DANDI LAMPERTI LLEGA A LA CONTRAPORTADA DE EL MUNDO
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CURIOSIDADES DEL PADEL. SECRETOS Y DEMAS
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PADEL NACIONAL Y PROFESIONAL (PPT)
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By Director de lo que estais leyendo
Foto con Dandi Lamperti en el centro, Manglizer, Rocío Roiz de la Parra, representante de Land Rover, y nuestro O2 Cañas.
El lunes día 1 de diciembre nuestro querido amigo Dandi Lamperti fué el protagonista de la contraportada de el diario El Mundo, como personaje mediático que es. Ya en su día hasta Elrresto Mejode dedicó su jaculatoria habitual a este buen amigo de Granada y muchos granadinos, entre otros este que te escribe. A modo de recordatorio antes de empezar a leer lo que más abajo reproduzco de el rotativo nacional, pinchad aquí.
Miguel Lamperti es argentino y no es psicólogo, aunque bien podría serlo porque se ha hecho a sí mismo varias veces en su vida. Las ha pasado “canutas” y las ha visto de todos los colores. Hasta ha llegado a saludar a la muerte, pero como le sintió la mano tan fría decidió regresar. Hoy es uno de los más grandes profesionales del pádel en todo el mundo, una revelación muy agradable. Por si no tuviera ya bastante con ser feliz y vivir de su pasión, lo que nos faltaba: el tipo ha tenido la fortuna de ser un “guaperas” y en el club madrileño donde se entrena, Villapádel, le apodan George Clooney. Así que Miguel no se lleva a las bolas de calle, sino que también se lleva a las chavalas, aunque ahora se le ve muy enamorado. Un crack.
Ser de los mejores del mundo del pádel es muy complicado, por cierto. Hace 20 años no lo era tanto, pero hay amigo, estamos hablando de uno de los deportes más practicados en la actualidad. Ningún otro ha tenido su evolución. Y si no vaya ahora mismo e intente reservar una hora para jugar al mediodía. El pádel es imparable. Los que gestionan los clubes de toda la vida andan tirando pistas de tenis y levantando en el mismo sitio dos cajas estupendas.
El caso es que Lamperti brilla en esto precisamente porque en su Bahía Blanca natal, junto a las canchas de baloncesto, donde se entrenaba todos los días con su equipo, había otras de pádel. Al finalizar, Miguel se quedaba un ratito. Al principio para jugar solo, dando pelotazos a la pared. Y los ratitos se fueron haciendo cada vez más largos, y “El Perto” terminó dando la espalda a la pared y la cara a la red. Estaba encantado de que el pádel se hubiera cruzado en su camino. Su progresión fue espectacular, asombrando a los grandes jugadores, primero de Bahía Blanca y luego de todo el país. Había nacido una estrella.
Pero eso no le daba para vivir, ni mucho menos. A finales de la pasada centuria se puso a trabajar en una fábrica de palas. Su vinculación al pádel seguía siendo estrecha también dentro de las canchas. Verdaderamente, era el amor de su vida. Y como gran amor, exigía sus sacrificios. Y tanto, impartía 10 horas diarias de clases a aficionados de todas las edades y niveles.
En 1999, Lamperti fue elegido por el diario “Clarín” como “el mejor jugador de Argentina”. En aquellos años, los mejores cruzaban el charco para afincarse en España e iniciar la otra revolución. Haciendo pareja con otra de las grandes “máquinas” que ha dado este deporte, Marcelo “Masa” Pérez, Miguel se convirtió en el número uno de Brasil, el otro país del cono sur en el que se han vuelto locos por el pádel.
Alguien le prometió “el oro y el moro” para volar a España, pero al final no hubo ni oro ni moro. Una decepción enorme para el chaval. Miguel vivía para jugar, pero lo que él deseaba era jugar para vivir. En cualquier caso, su talento no encontraba una barrera insalvable. Así que el destino le realizó una prueba durísima, excesivamente dura. Con lo contento que estaba de haberse podido comprar su primer cochecito: un Clío. Para su familia fue todo un acontecimiento. Y no digamos para su vieja… Es que su vieja era mucho. Tanto que Miguel se quiso ir con ella hace un tiempo cuando le dijo adiós. El le dice “Mamá te amo” todos los días, con el tatuaje en el brazo derecho. Cada partido que gana, y mira que gana, es para ella. Su madre, que tanto lloró por su hijo cuando éste casi se mata en aquel cochecito en la frontera entre Argentina y Brasil. “Estuve un ratito en el cielo, pero hablé con El Barbas y le dije que por favor me dejara volver”. Miguel quedó muy herido. Un año de recuperación y rehabilitación. Fue durísimo. Aúno no sabe de dónde sacó tantas fuerzas para levantarse de nuevo. Pero lo hizo. Vaya que si lo hizo: número uno de Argentina y Brasil en 2006.
El “Perto” es un artista en la cancha, aunque él dice que tiene que mejorar muchas cosas. Si uno le ve parece mentira que tenga que mejorar nada, pero es lo que él dice, y a Clooney ha que creerle. En cualquier caso, sus colegas se quedan con los ojos como platos con su golpe por tres. Algo digno de contemplar. De hecho, hay varias piezas fenomenales en el youtube de moda.
Ahora, pese a estar si su mamá, parece muy feliz. Le gusta España, donde al principio también las pasó duras. Hoy le apoya gente estupenda, como Javier Cortés, comandante del Grupo Fábregas, o Rafael Suárez, de Ciutec. Y por supuesto, la espalda en la que siempre se ha apoyado y que nunca le falló, la de su amigo Eduardo Pensa. Impagables todos ellos.
Hace dos fines de semana, en el Master de Madrid del PPT, a Miguel su pasión por el pádel casi le cuesta un ojo de la cara. Y nunca mejor dicho, porque de un bolazo casi se lo revientan. Resultado: pérdida de conocimiento y desprendimiento de retina. Le quedan una cuantas visitas al oculista.
El lunes día 1 de diciembre nuestro querido amigo Dandi Lamperti fué el protagonista de la contraportada de el diario El Mundo, como personaje mediático que es. Ya en su día hasta Elrresto Mejode dedicó su jaculatoria habitual a este buen amigo de Granada y muchos granadinos, entre otros este que te escribe. A modo de recordatorio antes de empezar a leer lo que más abajo reproduzco de el rotativo nacional, pinchad aquí.
Miguel Lamperti es argentino y no es psicólogo, aunque bien podría serlo porque se ha hecho a sí mismo varias veces en su vida. Las ha pasado “canutas” y las ha visto de todos los colores. Hasta ha llegado a saludar a la muerte, pero como le sintió la mano tan fría decidió regresar. Hoy es uno de los más grandes profesionales del pádel en todo el mundo, una revelación muy agradable. Por si no tuviera ya bastante con ser feliz y vivir de su pasión, lo que nos faltaba: el tipo ha tenido la fortuna de ser un “guaperas” y en el club madrileño donde se entrena, Villapádel, le apodan George Clooney. Así que Miguel no se lleva a las bolas de calle, sino que también se lleva a las chavalas, aunque ahora se le ve muy enamorado. Un crack.
Ser de los mejores del mundo del pádel es muy complicado, por cierto. Hace 20 años no lo era tanto, pero hay amigo, estamos hablando de uno de los deportes más practicados en la actualidad. Ningún otro ha tenido su evolución. Y si no vaya ahora mismo e intente reservar una hora para jugar al mediodía. El pádel es imparable. Los que gestionan los clubes de toda la vida andan tirando pistas de tenis y levantando en el mismo sitio dos cajas estupendas.
El caso es que Lamperti brilla en esto precisamente porque en su Bahía Blanca natal, junto a las canchas de baloncesto, donde se entrenaba todos los días con su equipo, había otras de pádel. Al finalizar, Miguel se quedaba un ratito. Al principio para jugar solo, dando pelotazos a la pared. Y los ratitos se fueron haciendo cada vez más largos, y “El Perto” terminó dando la espalda a la pared y la cara a la red. Estaba encantado de que el pádel se hubiera cruzado en su camino. Su progresión fue espectacular, asombrando a los grandes jugadores, primero de Bahía Blanca y luego de todo el país. Había nacido una estrella.
Pero eso no le daba para vivir, ni mucho menos. A finales de la pasada centuria se puso a trabajar en una fábrica de palas. Su vinculación al pádel seguía siendo estrecha también dentro de las canchas. Verdaderamente, era el amor de su vida. Y como gran amor, exigía sus sacrificios. Y tanto, impartía 10 horas diarias de clases a aficionados de todas las edades y niveles.
En 1999, Lamperti fue elegido por el diario “Clarín” como “el mejor jugador de Argentina”. En aquellos años, los mejores cruzaban el charco para afincarse en España e iniciar la otra revolución. Haciendo pareja con otra de las grandes “máquinas” que ha dado este deporte, Marcelo “Masa” Pérez, Miguel se convirtió en el número uno de Brasil, el otro país del cono sur en el que se han vuelto locos por el pádel.
Alguien le prometió “el oro y el moro” para volar a España, pero al final no hubo ni oro ni moro. Una decepción enorme para el chaval. Miguel vivía para jugar, pero lo que él deseaba era jugar para vivir. En cualquier caso, su talento no encontraba una barrera insalvable. Así que el destino le realizó una prueba durísima, excesivamente dura. Con lo contento que estaba de haberse podido comprar su primer cochecito: un Clío. Para su familia fue todo un acontecimiento. Y no digamos para su vieja… Es que su vieja era mucho. Tanto que Miguel se quiso ir con ella hace un tiempo cuando le dijo adiós. El le dice “Mamá te amo” todos los días, con el tatuaje en el brazo derecho. Cada partido que gana, y mira que gana, es para ella. Su madre, que tanto lloró por su hijo cuando éste casi se mata en aquel cochecito en la frontera entre Argentina y Brasil. “Estuve un ratito en el cielo, pero hablé con El Barbas y le dije que por favor me dejara volver”. Miguel quedó muy herido. Un año de recuperación y rehabilitación. Fue durísimo. Aúno no sabe de dónde sacó tantas fuerzas para levantarse de nuevo. Pero lo hizo. Vaya que si lo hizo: número uno de Argentina y Brasil en 2006.
El “Perto” es un artista en la cancha, aunque él dice que tiene que mejorar muchas cosas. Si uno le ve parece mentira que tenga que mejorar nada, pero es lo que él dice, y a Clooney ha que creerle. En cualquier caso, sus colegas se quedan con los ojos como platos con su golpe por tres. Algo digno de contemplar. De hecho, hay varias piezas fenomenales en el youtube de moda.
Ahora, pese a estar si su mamá, parece muy feliz. Le gusta España, donde al principio también las pasó duras. Hoy le apoya gente estupenda, como Javier Cortés, comandante del Grupo Fábregas, o Rafael Suárez, de Ciutec. Y por supuesto, la espalda en la que siempre se ha apoyado y que nunca le falló, la de su amigo Eduardo Pensa. Impagables todos ellos.
Hace dos fines de semana, en el Master de Madrid del PPT, a Miguel su pasión por el pádel casi le cuesta un ojo de la cara. Y nunca mejor dicho, porque de un bolazo casi se lo revientan. Resultado: pérdida de conocimiento y desprendimiento de retina. Le quedan una cuantas visitas al oculista.
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