Asumir los cambios. Por Enrique Arbol para padelnews.com
"Podéis llamarme genio, no juego a tope de mis posibilidades y sin embargo gano a mis rivales con mucha facilidad...." Me sonó un poco arrogante, digamos que no me cuadraron esas palabras en la boca de Federer, justo después de ganar a Fernando González la final de Australia de 2007.
La verdad es que se paseó en Melbourne, ganó con una mano atrás y la sensación de superioridad en la pista fue aplastante, pero nunca debió pronunciar aquella frase, no sienta bien a iconos de la excelencia deportiva que él representa, o como que Casillas simulara una agresión de Yeste. Eso no entra en la cabeza de quienes les admiramos. Curiosamente, aquel año, Guillermo Cañas, que venía de una sanción y apenas tenía ranking, le apeó en segunda ronda de Indian Wells y una semana más tarde también le eliminó en Cayo Vizcaíno. Fue el principio del aterrizaje de Federer en el mundo de los vivos, hacerse mortal y terrenal.
Para colmo, la progresión de Nadal en todas las superficies empezó a restar liderazgo a su intocable número uno mundial hasta que terminó siendo derrocado tras los Juegos Olímpicos de Pekín, en otro palo muy serio para el suizo.
Bueno, a lo que iba: Federer es uno de los más grandes jugadores de la historia y para mí el mayor talento con una raqueta en los brazos. No tiene nada que demostrar. Sin embargo, no está sabiendo encajar el paso del tiempo, el cambio de ciclo. Ha sido el mejor y ya no lo es, así de simple.
El día que asuma eso, el día que entienda que debe sufrir para ganar será el primer paso para poder competir de nuevo y aspirar a sumar títulos porque todavía tiene cuerda para rato. Tiene que aprender a reciclarse. Debe ser difícil comprobar cómo los jóvenes Murray y Djokovic también siguen los pasos de Nadal y se cruzan en su camino hacia las finales. Tampoco será tarea fácil recordar cómo el español le ha privado de sumar cinco títulos más de Grand Slam que le habrían coronado como el más grande de siempre sin discusión posible. Pero tampoco eligió Borg a McEnroe… los grandes mitos del tenis y del deporte tienen un principio, un esplendor y un ocaso, y la grandeza de sus rivales ayudan a la suya propia.
Federer se acabará como se acabaron todos pero todavía no, creo que aún ganará otro grande y varios Master 1000, aunque habrá que estar preparados para verle caer en semis otras muchas veces. Ahora bien, sus seguidores no queremos notarle enfadado por las pistas, cabizbajo, a ratos desquiciado, sino que esperamos un campeón luchador que alargue la sombra de su leyenda. Federer es muy grande. Lo será para siempre.
PDN HABLA: Enrique Arbol nos da un ejemplo para cualquier estrato social, deportivo, etc que ni a pelo...Muchos nos lo deberíamos aplicar...Tomo cumplida nota...
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